
MENSAJEROS DE LOS DIOSES.
195 x 195 cm.
Óleo y pan de oro sobre lienzo.

Tras una crisis creativa paralizante, en la que apenas pinto desde finales de 2022, llegó el mensaje, la revelación, la comprensión en una cascada de imágenes, de porqué aquí, porqué los dioses me habían devuelto al origen.
El padre Duero nace aquí, en una vertiente a tres que crea su propio territorio. A su alrededor anida el pinar, el bosque mas grande al sur de Europa, una masa arbórea imponente que detiene el desierto, que sustenta la vida, de la que somos guardianes, aunque ignoramos estos trabajos, aturdidos por las voces de nuestro tiempo. El río, no obstante, a su paso por nuestra tierra engendra maravillas pese a ser saqueado sin piedad.
El dios del bosque se aparece orgulloso como un mensaje de la luna de agosto, y los cazadores lo persiguen tenaces, quieren la cabeza del dios del acebal.
Sueño, con un optimismo inquebrantable, pero me hiere la zarza, pese a tenerla cautiva en el balcón. Falsas promesas, propias y ajenas. Las energías te juegan malas pasadas. Se dispara el espejismo. Mi mensaje es de otro tiempo. Vivo en una encrucijada entre tanta vida y tanta muerte. Los colirrojos se convierten en mensajeros de los ancestros. Las lavanderas te recuerdan la vida que anida y se renueva en constante ciclo.
La encrucijada me arrasta al corazón de esta tierra que define mi ideal de la belleza. Mi voz denuncia y la zarza me golpea de nuevo. Dos montículos negros que no comprendo.
Aun así, serena, una esfera de oro me atraviesa.
Ah. El mensaje.
Guarda el bosque grande.
Esto es lo que somos, mensajeros de los dioses.