Pequeños tondos de 13 cm de diámetro en acuarela. Pajarillos mensajeros que me susurran mensajes tranquilizadores en esta tierra bella.
El petirrojo fue el primero. En la residencia donde llevé a las madres abundan. El primer día que las llevé, cuando las dejé allí vi el primero. Me sosegó, como un mensaje de consentimiento. Un sitio custodiado por petirrojos debía estar bien. Desde entonces, han pasado casi 5 años, los he visto allí con frecuencia.
Las lavanderas las descubrí paseando a mi perro. Siempre en parejas, balanceándose y corriendo en la hierba. Su mensaje también me sosegaba. Siempre tendría su compañía.
Al colirrojo tizón lo conocía de antiguo, pero los días que acompañé a mi tía en el hospital, antes de su fallecimiento, me acompañaban con insistencia. Me recordaban a Jim, también ausente.
Hay algo en la naturaleza que consuela.