Pequeños tondos de 13 cm de diámetro en acuarela. Continua la serie de pajarillos mensajeros que habitan estas tierras altas.
Los gorriones siempre me han acompañado de una ciudad a otra. Avecillas frágiles y todo lo contrario. Los recuerdo cazando insectos como halcones en los melancólicos atardeceres del Escorial, desdeñando las migas de pan que yo pretendía ofrecerles. Maravillosos siempre.
A veces por el rabillo del ojo los veo volar con un resplandor amarillo. Los recuerdo de siempre. Avecillas cantoras que yo siempre quería liberar. Nunca he entendido lo de enjaular el canto de las aves.
Vive un mirlo debajo del acebo del parque. Ha construido su castillo en la forteleza del Rey Acebo. Los recuerdo en la nieve, comiendo los frutos del serbal. Otra voz propia.