Isis Gayo

Carta al Navegante que me encuentra Isis Gayo, artista y pitonisa

Carta al Navegante que me encuentra

Todo empieza con los chamanes en la noche de los tiempos. Eran botánicos, astrónomos, legisladores, maestros, médicos, artistas, estudiaban lo natural para mejorar al colectivo, inventaban dioses para buscar bellas metáforas que ilustrasen sus observaciones y legitimasen su conocimiento. El chamán detenta una visión del conjunto. 

Los chamanes combatían la enfermedad con su conocimiento herbal, observaban el cielo para decir cuándo sembrar, cuándo recolectar, cuándo la primavera derrotaba al crudo invierno trayendo su promesa de vida. Mediaban las disputas, inventaban los torneos deportivos para que los jóvenes quemasen sus hormonas sin ir a la guerra. Guardaban la memoria y la transmitían. Limitaban el comportamiento social amparándose en la costumbre, lo que más tarde derivaría en los códigos legales. 

Progresivamente según crece la sociedad van delegando atribuciones, su trabajo se diversifica dando paso a las profesiones que sustentan nuestra civilización. 

Los griegos imaginan la democracia y separan el mito del logos pero su pensamiento no enraiza en occidente hasta los últimos dos siglos, el imperio de lo racional reniega del pensamiento mágico

El pensamiento se verticaliza. Dios muere de la mano de los filósofos modernos. La ciencia se proclama en jueza de lo real, el experimento manda, lo demostrable. Pero en lo más hondo de nuestras almas aún habitamos en una caverna, donde aúlla el temor al rayo, a las fieras, al dolor de la infelicidad, al espíritu maligno de enfermedad, a la irrevocable muerte.

Cuando consultamos a la pitonisa, esperamos con inquietud su mensaje, en cierto modo pensamos que los dioses hablan por su boca, el chamán primitivo cobra fuerza. Por esto debemos tratar al consultante con el máximo cuidado y respeto, ahí nace mi obsesión por establecer un código de buena práctica. 

La pitonisa délfica era sacerdotisa de Apolo. Tras masticar hojas de laurel y purificarse en las aguas del Castalia, manantial que por allí pasaba, bajaba a la cueva oculta en el corazón del templo y Apolo, el que había derrotado a la serpiente Pitón, que custodiaba el antiguo oráculo, una vez más un oráculo de la diosa, hablaba por su boca en versos que los sacerdotes trasladaban a los consultantes.

Tres eran las máximas que adornaban el dintel del templo del Oráculo de Delfos: “Somos uno”, “Nada en exceso” y “Conócete a ti mismo”.

La ciencia moderna de alguna manera las retoma.

“Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma”, dicen los Lavoisier.

Todos los átomos nacen con la creación de las galaxias, tanto los que nos forman a nosotros como a las pirámides de Egipto, o la Luna y tienen la misma edad. La tabla periódica de los elementos explica todo el Universo, ningún elemento nuevo llega del espacio, literalmente somos polvo de estrellas.

El ADN nos enraíza en un largo cordón umbilical con Gaia y nos hermana, la mente colmena de la que emana el inconsciente colectivo. La espiral es una constante de la vida en el Universo. Todo se expande en su forma, desde la concha de un caracol hasta las galaxias. Quizá la misma energía oscura, motor de lo infinito, también se expanda en espiral, 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377… La espiral maravillosa. Ciencia, magia, pensamiento, arte, todo se bate en mi cerebro espoleando cada vez más mi curiosidad.

Somos uno con el Cosmos, materia estelar en constante reordenación.

En este albor de la Era de Acuario el pensamiento vuelve a horizontalizarse.  Volvemos a unir el mito y el logos. Ciencia y pensamiento mágico apoyándose.

Ciencia, magia y arte cultivan la intuición. La intuición a menudo es como la inspiración o el flechazo, un arrebato. Para mí existe un puente entre la mente racional y la mente inconsciente.

La mente racional se mueve en códigos alfanuméricos, nos permite construir grandes presas o concebir un agujero negro, pero es de engranajes lentos.

La mente inconsciente se mueve con imágenes, computa lo sensorial, olores, sonidos. Conserva todo lo que tenemos de animal, que nos llega a través de los sentidos, y a veces compila información y datos en tal cantidad y con tal rapidez que la mente racional se bloquearía por el exceso de información. Ahí brota la intuición, el presentimiento. El chispazo de certeza. Puros datos procesando información a alta velocidad. Destellos en forma de imagen o sensación. La mente inconsciente almacena, en algún punto que algún día decodificará la ciencia, el caudal de imágenes del inconsciente colectivo. Dinamita. Por esto la magia actúa a través de imágenes, por nuestra mente primitiva y a través del acto mágico la reprogramamos. El arte funciona igual, la catarsis de la creación a menudo nos redime.

Fundé mi academia de Tarot, Pitonisas de Salón en 2001, en un afán de ir más lejos de enseñar a leerlo, sino transmitir mi visión del mundo, mi pensamiento y crear un colectivo de afines para tener un espacio de expresión propio.

Cuando busqué un nombre que definiese mi forma de enfocar el Tarot y de enseñar a hacerlo, pensé en cómo había empezado todo, con una búsqueda y un juego, juntándome con mis amigas del instituto alrededor de una mesa camilla en una versión diferente de lo que hacían nuestros mayores con los naipes. La risa siempre fue básica, sin risa el egregor no vuela.

Todo aprendizaje debe ser divertido si no pasa a ser doloroso y cuesta más. Lo mismo ocurre en las lecturas. Con el Tarot escrutamos nuestros anhelos, bailando con la que adivina, mientras el juego nos devuelve el control sobre el dibujo de la vida.

En 2011 la artista y la pitonisa se cruzaron definitivamente en La Profecía de la Estrella donde reinvento con mi pincel la carta del Tarot de la Estrella.

Llevo firmando mis cuadros desde niña como Isis. Isabel Isla era muy largo para el pincel de mano infantil. Luego descubrí que Isis era la diosa egipcia de la fertilidad y la magia, Isis la que crea, Isis la que destruye.

Mi madre siempre me cuenta que desde niña la atormentaba con preguntas imposibles sobre lo espiritual, las respuestas llegaron con el Tarot y el conocimiento de la bioenergía.

Y que siempre pintaba, sobre todo cuando se blanqueaba la casa y me lanzaba al menor descuido a hacer murales en los que ballenas gigantes multicolores resoplaban felices sobre las blancas paredes.

El Arte para mí es una emanación adelantada del mundo en el que vivimos. El artista con su intuición, ata cabos y los plasma en su obra.  El Arte embellece nuestras vidas, nutre nuestras mentes, nos hace soñar con escenarios donde se sublima la vida, el amor, la muerte.

Cuando eliges una obra de arte y la llevas a tu vida, forma parte de ti, de tu naturaleza también individual y única, de la definición que haces de ti. Tu mirada y la mirada del artista coinciden.

Cuando eliges un cuadro es porque una parte de tu alma se ha reconocido en él y en virtud de esa elección te reafirmas en tu esencia más original. El artista es los ojos de la época, es sensible a lo que nos aúna y lo que nos separa; define, reinventa, sueña con restaurar un orden perdido a través de los sentidos.

La estética mantiene un diálogo eterno con la ética en virtud del cual el arte nos ayuda a ser más conscientes, más nosotros mismos, nos ayuda a ser mejores.

El arte está vivo junto a la humanidad desde la noche de los tiempos. El artista vive la época, es el testimonio acicate de los sentidos del pulso del siglo. Sin el artista contemporáneo la cultura pasa a ser un mudo testimonio de piedra o tela envejecida por el tiempo.

Yo compro arte a artistas emergentes, ¿y tú?

Lectura de Cartas Online con Isis Gayo

Durante años hice las lecturas y los cursos de Tarot en mi casa o en mi taller, juntando a la artista y a la pitonisa, leer el Tarot no deja de ser un arte. Al arrancar la Pandemia en 2020 continué mis clases online. Observé que alumnas y alumnos acababan el curso de iniciación con mejor preparación que en las clases presenciales. Lógico ya que se trata de un aprendizaje visual, basado en imágenes que activan el inconsciente y que el pensamiento racional, más acostumbrado al aprendizaje con códigos alfanuméricos, ralentiza.

La pantalla crea un contacto directo con nuestra mente. No hay dispersión, vamos al grano, al meollo del aprendizaje sin despistarnos por las vibraciones del entorno, sentados cómodamente frente a ella. Y lo más interesante, la ubicuidad geográfica de los alumnos, con la aportación cultural que ello conlleva. Cuando un alumno no puede asistir, se graba la clase y se envía el vídeo para que no pierda el hilo del aprendizaje. Un gran descubrimiento. Lo mismo ocurre con las lecturas. No importa en qué lugar estemos, solo necesitamos una pantalla y una conexión. El espacio virtual crea una intimidad única.Internet nos convierte en nómadas digitales. Nos permite movernos en el arquetipo aventurero del Loco, no hay lugar o espacio que nos ate. Nos permite encontrarnos, cruzar océanos en un instante, como ahora que nos conocemos. :D. Bienvenido, bienvenida a mi espacio de arte y magia virtual.

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